11 de octubre de 2009

Folk y cabaré montañés

Espontaneidad, frescura y abundante sentido del humor equivale a decir A Ronda d'os Chotos d'Embún, un peculiar grupo de "folc y cabaré montañés", definición acuñada por sus propios componentes hace una década, cuando sin apenas ruido se metieron de lleno en el panorama musical aragonés. Dos discos, "L'Arco San Chuan" (2002) y "Taratita" (2005), permiten llevarse a casa las piezas de intérpretes, amantes más de la música en la calle que sobre el escenario, y grandes amigos unidos por Embún.
Hace tiempo que se cuece otra grabación, para la que sobran temas, porque de algo más pueden presumir los de A Ronda d'os Chotos d"Embún: de tener uno de los compositores más prolíficos e ingeniosos de estos pagos, Kike de Valén. El es, además, cantador, guitarra acústica, guitarrico, dulzaina, güistels y dambuka, y una de las almas del grupo, que en la actualidad también forman Álvaro Martín "Lo Cheso" (cantador, gaita, chiflo y salterio), Richard Cash "Richie" (cantador, mandolina, y banyo), Ramón Clavería (cantador) y Javier de la Torre (guitarra) y la última incorporación, Daniel Beltrán (laúd).
La evolución del grupo se ha dejado notar en algunas bajas, en nuevas incorporaciones (en ambos casos, nada extraño cuando se trata de un conjunto amateur) y en que "hemos aprendido a tocar más instrumentos". Es el caso de Ritchie, que en los inicios sorprendió a la concurrencia con el curioso y rudimentario "baldéfono" -un balde con una cuerda acoplada- y ahora toca también el violín, o Kike, que se atreve con el acordeón diatónico.
Lo que no ha cambiado son las dificultades para responder a tantos compromisos como les han ido surgiendo a medida que se iban dando a conocer, y sacar tiempo para ensayar antes, aunque reconocen que, en general, lo de los ensayos va poco con ellos. Lo habitual es reunirse e ir directamente a actuar. Como anécdota recuerdan que el año pasado, para una actuación en la población turolense de Mas de las Matas -"¡por fin cruzamos el Ebro!", -bromean- consiguieron reunirse prácticamente todos los que entonces integraban esta banda de rondadores.
Aseguran que no han inventado nada, que sólo apuestan por divertirse en torno a la música, por cantar en la calle o en los bares. Quizás por eso llegan tan bien a la gente. "Bueno, y porque no nos tomamos las cosas demasiado en serio". No hay que olvidar otra razón: el contenido de sus canciones. En una ronda dan cabida a todo, desde "Canta y no llores" hasta "¡Campeones, campeones!", pero lo interesante llega con sus propias creaciones, en las que hay una gran variedad musical -polcas, mazurcas, jotas, pasodobles y hasta sones del otro lado del Atlántico-, y mensaje: las letras evocan viejas tradiciones de su pueblo, amores imposibles, situaciones divertidas, y denuncia social, "de defensa del débil, del territorio a colonizar por el poderoso".
Y es que aunque los orígenes del grupo se remontan a los años 97 ó 98, cuando Kike puso en vereda a los músicos rondadores de Embún "para cantar todos a la vez" las canciones tradicionales, su primera actuación fue en 2000 en un concierto colectivo en Jaca contra el recrecimiento del embalse de Yesa y por la dignidad de la montaña. Fue en aquel momento cuando adoptaron el nombre, tomado de una de sus canciones, "O choto rondador".
Desde entonces han acompañado a la Asociación Río Aragón en su oposición a Yesa, pero también han denunciado otras amenazas y realidades del territorio jacetano. Ahí están temas como la historia de "Severino el Cabezón" (homenaje a José Antonio Labordeta y su personaje, Severino el Sordo) a quien, para echarlo del pueblo (y hacer allí un pantano, claro) "subió para convencerle un funcionario franquista/ tres años más tarde un alto cargo de la "transición"/ con la UCD aquel oscuro ministro exfalangista y ese camarada socialista en el ochenta y dos./ Diputados y siquiatras, curas, delegaos de Hacienda.../ y al final aquel mangante de la Confederación"; la agudeza con que en "The Giliman" se describe a quien se sabe con manga ancha para hacer y deshacer, para especular mezclando con habilidad urbanismo y medio ambiente -"¡¡Viva la naturaleza,/ viva la conservación!!/ Disfrute del Pirineo/ desde su urbanización"-; o aquello de "Espelunciecha, mi amor/, matandote, ascuita i-son/ Aramón con Ibercaja/ y o Gobierno d'Aragón".
Es una crítica con chispa, mucho humor, ironía y, si hace falta, sarcasmo. "Nuestras canciones no son serias, de una denuncia profunda. Está claro que la realidad supera a la ficción y lo que hacemos es sacar la coña y, a veces, poner metáforas en las que se puede leer entre líneas esa crítica", explican. Quienes están a la espera del tercer disco ya han podido escuchar en las rondas un nuevo tema de estas características, "El tragicorrido de Gran Scala", sobre alguien que "se forra, pero el dinero se le va como le ha llegado", y encima acaba en la cárcel "-cambié casa y amigos por esta prisión", dice el estribillo-. Es como un corrido mexicano, pero en los Monegros, "donde Gran Scala demuestra lo dicho, que, una vez más, la realidad supera a la ficción".
Por supuesto, en el contenido de la próxima grabación no faltará algo de los rondadores tradicionales, como "O Sindicato" en "L'Arco San Chuan" y "Embún de los cabarés" en "Taratita".
A Ronda d"os Chotos d"Embún está formada ante todo por amigos y su buen rollo y ganas de divertirse lo transmiten en sus actuaciones, caracterizadas entre otras cosas por la espontaneidad más evidente. Reconocen que jamás llevan un programa decidido de antemano, que los temas se van proponiendo sobre la marcha, y ellos van cantando y tocando a la vez que atienden al conocido que hace tiempo que no veían y que se empeña en saludarles en plena pieza de ronda. Es parte de esa naturalidad que hace sentirse a todos por igual, músicos y público, metidos de lleno a pie de calle en medio de una fiesta popular.