21 de diciembre de 2009

Mariajo de Os Gaiters de Chaca

Gaitera de Chaca en un mundo de gaiters. ¡Qué valiente! Sí, muy valiente, siempre rodeada de hombres... Perteneces a Os Gaiters de Chaca y también eres componente del Grupo de Jota Uruel, pero aquí el género se nota menos. No es que se note menos, es que es todo lo contrario. Nos faltan chicos, como suele ocurrir en todos los grupos de jota. Allí estamos en un mundo de mujeres.
Y también enseña palotiau a los niños y lectura a los mayores, es monitora de la Escuela de Verano de la Jacetania y hace animación callejera y, en el colegio San Juan de la Peña, actividades extraescolares. Oiga, ¿usted tiene vida propia?
Por supuesto que la tengo. Me organizo de tal manera que me puedan quedar ratos libres para mí.
¿Con quiénes ha de mantener el pulso más firme, con los gaiteros, los joteros, los adultos o los niños?
Creo que conmigo misma. Es lo más difícil. Soy algo desordenada y entre tanta actividad es complicado saber dónde estás y en qué momento.
Es curioso que una mujer enseñe un baile en principio de hombres, como es el palotiau. Parece que incluso para las tradiciones los tiempos cambian.
No, yo creo que no, que no han cambiado en la vida. Quién ha recuperado siempre la danza popular y la tradición oral ha sido la mujer, porque ha sido la que, por antonomasia, se ha quedado en casa y ha estado más en contacto con los niños. Ha sido desde siempre la encargada de que se recibiera ese tipo de educación y de la transmisión cultural.
Entre lo que más le gusta, según ha confesado, está la animación callejera, hasta el punto de sacarse el título de Técnico en Animación Socio-Cultural. ¿Fue un ataque de "titulitis" o mera prevención ante tanta competencia?
Ni lo uno ni lo otro. El mundo de la animación de calle me encanta, y tuve la oportunidad de obtener ese título en Jaca, en una época en que me quedaba un rato libre por las tardes. Fue una suerte que me apeteciera tenerlo, porque también fue una pena que esa oportunidad durara sólo dos años.
En contraste con tanta actividad social, ejerce "en la intimidad" como copista miniadora. O sea, que además de paciencia tiene una vista y un pulso de cirujano envidiables…
Desde siempre, pero esto es por ejercitarlo. Todos los tenemos, pero no se suelen ejercitar. Esto ocurre con todo, y está claro que tanto en el mundo de la música como en el de la pintura, aparte del oído y la vista, las manos son imprescindibles.
En alguna ocasión ha dicho que le encantaría copiar el "Vidal Mayor", pero no se queje, que su huella va quedando: es autora de los premios de la Gala del Deporte que cada año entregan el Ayuntamiento de Jaca y los clubes de la ciudad, y de las carpetas de los discos de Os Gaiters de Chaca y el Grupo Uruel.
Sí, y además del Sueldo Jaqués, de títulos de Hijos Predilectos de varios pueblos del entorno, de hermanamientos entre poblaciones… Pero sigue gustándome la idea de dejar esa huella con un códice completo.

El Bandido Cucaracha

Hoy lunes 21, en “La Vida sigue igual” de Aragón Televisión (22, 15 h ) Celedonio García y José Antonio Adell recordarán, junto con Los Titiriteros de Binéfar, algunas historias del famoso bandido “Cucaracha”.
Ojo ¡Por fin! han conseguido fotografiar al bandolero. ¡No te lo pierdas!.
Mariano Gavín Suñén, apodado El Cucaracha (Alcubierre (Provincia de Huesca), 1838 - Lanaja (Provincia de Huesca), 28 de febrero de 1875) fue el bandolero aragonés más famoso. Actuó en los Monegros durante la segunda mitad del siglo XIX.
Hijo de Manuel Nicolas Gavín Ariño y de Ignacia Suñén. A la muerte de Ignacia, el padre se volverá a casar con Joaquina Campo, con la que tendría un hijo, llamado Mariano Gavín Campo. Creció en
Alcubierre, en los Monegros, zona extremadamente árida y que en el siglo XIX era muy pobre. Se casó el 26 de marzo de 1861 con Jobita Amador.
Es realmente poco lo que se sabe con certeza de este personaje. Para algunos es el
Robin Hood aragonés, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, para otros no era más que un asaltacaminos y extorsionador. Al igual que otros bandoleros de la época, se dedicaba al asalto, robo, extorsión y secuestro. Su fama la consiguió por escapar durante muchos años a la persecución de la Guardia Civil, llegándose a acuñar la expresión “ser más vivo que Cucaracha”.
Murió en una emboscada que realizó la Guardia Civil el 28 de febrero de 1875 cerca de
Lanaja. Los guardias lo rodearon en un paridera y dispararon hasta acabar con él y su banda. Murieron además del Cucaracha, el Cerrudo, el Herrero de Osso, el Molinero de Belver y el Guarnicionero de Alcolea (Antonio Lampériz, José Berna, Melchor Colomer y José Solanilla). En el bolsillo del Cucaracha encontraron una carta pidiendo al rey el indulto. El cuerpo fue llevado a Lanaja dónde fue expuesto para público escarmiento.